jueves, 25 de enero de 2018

1 SAMUEL. CAPÍTULO 26.

Último encuentro de David y Saúl (1 Sm 24)

261Los de Zif fueron a Guibeá a informar a Saúl:
-David está escondido en el cero de Jaquilá, en la vertiente que da a la estepa.
2Entonces Saúl emprendió la bajada hacia el páramo de Zif, con tres mil soldados israelitas, para dar una batida en busca de David. 3Acampó en el cerro de Jaquilá en la vertiente que da a la estepa, junto al camino. 4Cuando David, que vivía en el páramo, vio que Saúl venía a por él, despachó unos espías para averiguar dónde estaba Saúl. 5Entonces fue hasta el campamento de Saúl y se fijó en el sitio donde se acostaban Saúl y Abner, hio de Ner, general del ejército; Saúl estaba acostado en el cercado de carros y la tropa acampaba alrededor. 6David preguntó a Ajimélec, el hitita, y a Abisay, hijo de Seruyá, hermano de Joab:
-¿Quién quiere venir conmigo al campamento de Saúl?
Abisay dijo:
-Yo voy contigo.
7David y Abisay llegaron de noche al campamento. Saúl estaba echado, durmiendo en medio del cercado de carros, la lanza hincada entierra a la cabecera. Abner y la tropa estaban echados alrededor. 8Entonces Abisay dijo a David:
-Dios te pone el enemigo en la mano. Voy a clavarlo en tierra de una lanzada; no hará falta repetir el golpe.
9Pero David le dijo:
-¡No lo mates, que no se puede atentar impunemente contra el ungido del Señor! 10¡Vive Dios, que sólo el Señor lo herirá: le llegará su hora y morirá, o acabará cayendo en la batalla! 11¡Dios me libre de atentar contra el ungido del Señor! Toma la lanza que está a la cabecera y el botijo y vámonos.
12David tomó la lanza y el botijo de la cabecera de Saúl y se marcharon. Nadie los vio, ni se enteró, ni despertó; estaban todos dormidos, porque los había invadido un letargo enviado por el Señor.
13David cruzó a la otra parte, se plantó en la cima del monte, lejos, dejando mucho espacio en medio, 14y gritó a la tropa y a Abner, hijo de Ner:
-Abner, ¿no respondes?
Abner preguntó:
-¿Quién eres tú, que gritas al rey?
15David le dijo:
-¡Pues sí que eres todo un hombre! ¡El mejor de Israel! ¿Por qué no has aguardado al rey, tu señor, cuando uno del pueblo entró a matarlo? 16¡No te has portado bien! ¡Vive Dios, que merecéis la muerte por no haber guardado al rey, vuestro señor, al ungido del Señor! Mira dónde está la lanza del rey y el botijo que tenía a la cabecera.
17Saúl reconoció la voz de David, y dijo:
-¿Es tu voz, David, hijo mío?
David respondió:
-Es mi voz, majestad.
18Y añadió:
-¿Por qué me persigues así, mi señor? ¿Qué he hecho, qué culpa tengo? 19Que vuestra majestad se digne escucharme: si es el Señor quien te instiga contra mí, apláquese con una oblación; pero si son los hombres, ¡malditos sean de Dios!, porque me expulsan hoy y me impiden participar en la herencia del Señor, diciéndome que vaya a servir a otros dioses. 20Que mi sangre no caiga en tierra, lejos de la presencia del Señor, ya que el rey de Israel ha salido persiguiéndome a muerte, como se caza una perdiz por los montes.
21Saúl respondió:
-¡He pecado! Vuelve, hijo mío, David, que ya no te haré nada malo, por haber respetado hoy mi vida. He sido un necio, me he equivocado totalmente.
22David respondió:
-Aquí está la lanza del rey. Que venga uno de los mozos a recogerla. 23El Señor pagará a cada uno su justicia y su lealtad. Porque él te puso hoy en mis manos, pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor. 24Que como yo he respetado hoy tu vida, respete el Señor la mía y me libre de todo peligro.
25Entonces Saúl le dijo:
-¡Bendito seas, David, hijo mío! Tendrás éxito en todas tus cosas.
Luego David siguió su camino, y Saúl volvió a su palacio.

Explicación.

26 En toda la estructura narrativa, en la intención y hasta en varias expresiones, el capítuno 26 se parece mucho al 24, tanto que algunos lo consideran un duplicado procedente de otra tradición oral. Como las situaciones son tan diversas, cabe pensar que quien compuso el libro armonizó espontáneamente dos narraciones que corrían sobre el héroe David. Imposible determinar cuánto hay de hecho y cuánto de leyenda.

La narración tiene puntos débiles: no explica bien la primera visita de inspección de David, no dice por qué ejecuta él la orden que ha dado a Abisay, no justifica la alusión al destierro. Pero queda clara la intención del episodio y sus variaciones respecto al capítulo 24. La magnanimidad de David brilla otra vez, unida a su valentía; se prepara el destierro forzoso; gran parte de la culpa recae ahora sobre ministros o cortesanos aludidos; se presiente la muerte próxima de Saúl. El capítulo encaja en el movimiento narrativo del libro.

26,1 Zif y Jaquilá han salido en 23,19ss.; la persecución con tres mil es como la de 24,3.

26,2 1 Sm 24,3.

26,6 Ajimélec es un extranjero al servicio de David. Su nombre hebreo podría significar su incorporación religiosa (también es hitita Urías: 2 Sm 11). Seruyá es hermana de David, sus tres hijos son Abisay, Joab y Asael.

26,8 Saúl muerto con su propia lanza sería una hazaña singular (como la cabeza del filisteo cortada con su propia espada). El lector recuerda que con esa lanza intentó Saúl atravesar a David, y sabe quizá que esa lanza rematará a Saúl (lo sabía el oyente o lector antiguo, que escuchaba una y otra vez la historia). La lanza es el arma real, leitmotiv narrativo de su persona. De tres maneras puede el Señor dar muerte a Saúl: con una enfermedad mortal (ngp), dejando que le llegue la hora, haciendo que caiga en la guerra. David desea y presidente: morir en la batalla es la muerte menos afrentosa para el Ungido del Señor. Por boca de David, el narrador nos prepara.

26,9 Lam 4,20.

26,12 El autor cae en la cuenta de lo inverosímil del hecho, y lo justifica apelando a una intervención especial de Dios. La frase es muy rítmica, casi una respiración acompasada por el sueño.

26,13 Mucho espacio para los pies que bajan y suben, no para la voz que atraviesa la hondonada ni para la vista que distingue ya los objetos; el autor supone que ya clarea.

26,15-16 La ironía de David tiene algo de amenaza y condena. Con tal escolta el Ungido del Señor vive amenazado; al que no guardan sus soldados lo tiene que guardar su supuesto enemigo. "De-volverá" (pagará) a cada uno sus méritos. Es justicia no tocar al Ungido, y es lealtad no atentar contra el soberano.

26,19 1 Sm 10,1.

26,20 Gn 4,14.16.

26,21 1 Sm 15,24.

26,25 Aunque no se realiza la plena reconciliación, la despedida de Saúl, sus últimas palabras a David, suenan serenas y nobles. "Hijo mío", como siervo y como yerno; "bendito", en invocación de agradecimiento; "tendrás éxito", como augurio profético. Los caminos se separan: David a seguir caminando, Saúl a su residencia. Gn 33,16s.

No hay comentarios:

Publicar un comentario