jueves, 25 de enero de 2018

1 SAMUEL. CAPÍTULO 1.

Nacimiento de Samuel 


11Había un hombre sufita, oriundo de Ramá, en la serranía de Efraín, llamado Elcaná, hijo de Yeroján, hijo de Elihú, hijo de 2Toju, hijo de Suf, efraimita. Tenía dos mujeres: una se llamaba Ana y la otra Feniná. Feniná tenía hijos y Ana no los tenía. 3Aquel hombre solía subir todos los años desde su pueblo para adorar y ofrecer sacrificios en Siló, donde estaban de sacerdotes del Señor los dos hijos de Elí: Jofní y Fineés.

4Llegado el día de ofrecer el sacrificio, repartía raciones a su mujer Feniná para sus hijos e hijas, 5mientras que a Ana le daba sólo una ración, y eso que la quería, pero el Señor la había hecho estéril. 6Su rival la insultaba ensañándose con ella para mortificarla, porque el Señor la había hecho estéril. 7Así hacía año tras año; siempre que subían al templo del Señor, solía insultarla así. Una vez Ana lloraba y no comía. 8Y Elcaná, su marido, le dijo:
-Ana, ¿por qué lloras y no comes? ¿Por qué te afliges? ¿No te valgo yo más que diez hijos?
9Entonces, después de la comida en Siló, mientras el sacerdote Elí estaba sentado en su silla, junto a la puerta del templo del Señor, 10Ana se levantó, y con el alma llena de amargura se puso a rezar al Señor, llorando a todo llorar. 11Y añadió esta promesa:
-Señor de los ejércitos, si te fijas en la humillación de tu sierva y te acuerdas de mí, si no te olvidas de tu sierva y le das a tu sierva un hijo varón, se lo entregó al Señor de por vida y no pasará la navaja por su cabeza.
12Mientras ella rezaba y rezaba al Señor, Elí observaba sus labios. 13Y como Ana hablaba para sí, y no se oía su voz aunque movía los labios, Elí la creyó borracha y 14le dijo:
-¿Hasta cuándo te va a durar la borrachera? A ver si se te pasa el efecto del vino.
15Ana respondió:
-No es así, señor. Soy una mujer que sufre. No he bebido vino ni licor, estaba desahogándome ante el Señor. 16No creas que esta sierva tuya es una descarada; si he estado hablando hasta ahora, ah sido de pura congoja y aflicción.
17Entonces Elí le dijo:
-Vete en paz. Que el Dios de Israel te conceda lo que le has pedido.
18Ana respondió:
-Que puedas favorecer siempre a esta sierva tuya.
Luego se fue por su camino, comió y no parecía la de antes.
19A la mañana siguiente madrugaron, adoraron al Señor y se volvieron. Llegados a su casa de Ramá, Elcaná se unió a su mujer Ana, y el Señor se acordó de ella. 20Ana concibió, dio a luz un hijo, y le puso de nombre Samuel, diciendo:
-¡Al Señor se lo pedí!
21Pasado un año, su marido, Elcaná, subió con toda su familia para hacer el sacrificio anual al Señor y cumplir la promesa. 22Ana se excusó para no subir, diciendo a su marido:
-Cuando destete al niño, entonces lo llevaré para presentárselo al Señor y que se quede allí para siempre.
23Su marido, Elcaná, le respondió:
-Haz lo que te parezca mejor; quédate hasta que lo destetes. Y que el Señor te conceda cumplir tu promesa.
24Ana se quedó en casa y crió a su hijo hasta que lo destetó. Entonces subió con él al templo del Señor de Siló, llevando un novillo de tres años, una fanega de harina y un odre de vino. 25Cuando mataron al novillo, Ana presentó el niño a Elí, 26diciendo:
-Señor, por tu vida, yo soy la mujer que estuvo aquí, junto a ti, rezando al Señor. 27Este niño es lo que yo pedía; el Señor me ha concedido mi petición. 28Por eso yo se lo cedo al Señor de por vida, para que sea suyo.
Después se postraron ante el Señor.


Explicación



1 El nacimiento de Samuel entra en la categoría de nacimiento de héroes, como los de Isaac o Sansón. Con el primero comparte otro elemento: el tema de las dos mujeres, como Sara y Agar, esposas de Abrahán (o Raquel y Lía, esposas de Jacob). La fecundidad de una y la esterilidad de la otra subrayan el carácter maravilloso del nacimiento: el nacido será hijo de la promesa y de la oración más que simple hijo de la carne. El Señor de la vida demuestra su poder precisamente en la debilidad, otorgando con su palabra explícita una fecundidad que el hombre iba a considerar natural. Por eso ocupa en la narración un puesto principal la oración de Ana; a ella y al cumplimiento se subordina el resto de la narración, la peregrinación, el papel de sacerdote, los reproches. Su marido la reprocha cariñosamente, ella no responde, se dirige a Dios; el sacerdote la reprocha duramente, y ella se explica. Una romería al principio y otra al final encierran el capítulo.


1,1 Elcaná significa Dios crea o compra. Según 1 Cr 6,34-38 (testigo más bien parcial), Elcaná era de familia levítica y residente en territorio de Efraín.

1,2 Ana significa gracia, y Feniná corales.

1,3 Sólo fue durante bastante tiempo la ciudad central del culto. Según Jos 18,1 ya hospedó el arca en tiempo de Josué; Jue 21 la presentaba como centro de una romería celebrada con danzas. Su situación es geográficamente central. No están claras sus relaciones con Siquén, donde se renovó la alianza (Jos 24). El arca, que había sido paladión durante las campañas militares, tenía ahora una morada estable, no sabemos si en forma de tienda, según la tradición del desierto, o en un edificio con patio y anejos, al estilo cananeo. En cualquier caso, disponía de altar y de un sacerdocio levítico. Los nombres de los hijos son egipcios, en concreto Pinehas (Fineés) es el nombre de un influyente virrey bajo el último Ramsés.

1,4-5 Se trata de sacrificios de comunión de cuya carne participaban los oferentes. En este momento festivo y comunitario, Ana siente más su soledad.

1,4 2 Sm 6,19.

1,6 Sobre las rivalidades de las mujeres puede leerse Eclo 25,14-16.

1,7 Gn 30.

1,9 El sentarse en una silla es gesto de dignidad. Desde la puerta del edificio o recinto donde se custodiaba el arca puede ver lo que sucede en el atrio donde se reúne la gente.

1,11 Es humillación no tener hijos, porque lo suelen considerar castigo de Dios por alguna culpa. Ana promete entregar al Señor el hijo que de él reciba, renunciando al derecho de rescate: Ex 12,13; 22,28, 34,19; Nm 3,45-48. Sobre el nazireato véase Nm 6 y la historia de Sansón.

1,12-13 La oración solía hacerse en voz alta o murmurando. Ana está concentrada en su interior, donde el Señor escucha. Algunos suponen que la fiesta anual correspondía al tiempo de la vendimia; véase el uso pagano de Jue 9; si en el templo se pasaba la copa (Sal 23), esto no bastaba para embriagar.

1,15 Desahogarse es en hebreo "derramar el alma", y es el mismo verbo usado para la libación (Ex 29,38-42; Nm 29,6.11). Con la mención del vino, la respuesta resulta ingeniosa.

1,17 Las palabras de Elí se podrían entender también como futuro "dará" (aunque lo corriente en semejantes oráculos es perfecto natan, también se usa el futuro: Sal 16,10; 29,11; 37,4; 85,13; etc.). La mujer toma estas palabras como oráculo sacerdotal que responde a su plegaria, y se siente segura y consolada.

1,18 Otro juego de Ana consiste en aludir a su nombre, "favor, gracia", pidiendo el favor de Elí.

1,19 En el momento en que el marido la posee, el Señor se acuerda de ella; así expresa el autor la bendición de la fecundidad.

1,20 Aquí es la mujer quien impone el nombre. Pero la etimología no cuadra, no pasa de una asonancia; Samuel podría significar "nombre de Dios", su componente divino no es Yahvé. "Pedido" se dice sha´ul, como muestra el v. 28.

1,22 El período de la lactancia solía durar dos años, y al acabarlo, se celebraba una fiesta familiar: Gn 21,8.

1,27-28 Último juego de palabras montado sobre la raíz pedir sh´l; el castellano la imita en parte con los verbos conceder-ceder. Según la versión griega, el capítulo termina "y lo dejó allí en presencia del Señor".


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